AFIMOIC

Psicoterapia corporal integrativa

El grupo de mujeres que nos reunimos semanalmente los jueves en Can Pantiquet, hemos pasado el confinamiento por la Covid 19, unidas por el grupo de WhatsApp. Charlando mañana y tarde, para darnos ánimos unas a otras. Cada una de nosotras ha pasado por momentos en que la incertidumbre nos invade y bloquea la esperanza, y desde ahí volver a abrir los ojos al mudo real, si estás sola, se hace más difícil. Cuando te sientes sola, es fácil caer en la desesperanza y la soledad de nuestras familiares paredes de casa.

Bien es cierto, que ha habido personas que se acostumbraron a la seguridad de su propio hogar, a la comodidad del día a día sin presión externa, ni demasiados estímulos ambientales, es el nuevo concepto de “Síndrome de la Cabaña”, donde nuestro hogar se alza como nuestro lugar seguro, nadie, ni nada puede lastimarme. No vamos a hablar de este nuevo síndrome ahora, sino de la sororidad entre mujeres.

Por el contario la mayoría de mujeres que formamos parte del grupo de AFIMOIC: Cos, consciència i emocions, vivimos el hecho de socializarnos como algo enriquecedor y sumamente estimulante, es por eso que, en cuanto las medidas preventivas fueron ampliándose, y ante la imposibilidad de hacer clases en un lugar cerrado, decidimos realizar nuestros encuentros de los jueves en el precioso parque de Gallecs.

 

 

 

 

 

 

Allí, en plena naturaleza fantástica y esplendorosa, con mañanas soleadas y algun día que despertó  lluviosamente gris, hemos ido encontrándonos unas cuantas mujeres, para sentir de lleno la idea de lo que podríamos llamar, ya que entra en las características esenciales de: grupo de encuentro, grupo de apoyo mutuo, terapia de grupo, solidaridad, acompañamiento emocional…es decir, sentirnos plenamente aceptadas, valoradas y que formamos parte de una comunidad de amigas, donde cada una tiene algo que decir y se siente escuchada, porque es importante para el resto del grupo.

Hemos realizado nuestros ejercicios de yoga, tai-chi, chi-kung, , estiramientos…y sobre todo risas. Risas compartidas, risas llenas de humor sano, risas por ironizar incluso de nuestros propios malestares y dolores. Es curioso cómo, paradójicamente al nombrar el dolor, la tristeza, el enfado, las dudas e inseguridades… y compartirlo, parece como que se hace menos pesado de soportar, y de hecho, lo afrontamos transitando unos momentos por esas emociones a veces angustiantes, y podemos, con la ayuda, a veces incluso  lúdica y desinteresada del resto del grupo, transitar por ellas. Las vivimos, las acogemos y si es necesario nos ayudamos a resignificarlas, darle otro sentido a esa carga emocional que duele tanto que, literalmente nos impide dar un paso más por la montaña.

Y ahí entra también la energía que aporta el pasear por la naturaleza, uniéndonos a los elementos que la conforman, escuchando el cantar de los pájaros, oliendo la frescura de la tierra y el bosque, abrazándonos a los árboles, jugando y experimentando con nuestro propio cuerpo en equilibrio y en carga y descarga con la tierra, jugando y experimentando con nosotras mismas, con nuestra locura y nuestros miedos y sin darnos cuenta,  vamos aprendiendo a cuidarnos, valorarnos y sentir el placer de vivir nuestra propia vida, la que tenemos, y la que vamos escribiendo y reescribiendo con algún cambio de guión que aparece repentinamente.

Bien, hay una cosa que echamos mucho en falta, el tocarnos!!! Es decir, el contacto a través de un masaje sensitivo, el contacto para tomar consciencia de nuestras tensiones, el contacto para sentirnos protegidas y queridas…maldito coronavirus que no permite el acercamiento ni la seguridad reconfortante de un largo abrazo…

 

Chicas el abrazo compartido llegará y lo disfrutaremos todavía más que antes.

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